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Desde una humilde sabiduría, reconocer y aceptar que sin la elaboración precisa producida por la sinergía Cielo y Tierra, y el trabajo humano, puedo seguir manteniendo mi espacio corporal, albergue de la luz de mi alma.

 

Con el alimento, incorporamos a nuestro cuerpo y desde él a la conciencia que somos, el mas auténtico rostro de la Creación. Eligiendo el qué y cómo nutrirnos, podemos resonar con la Consciencia Cósmica y su Orden Universal. Sin duda que esto es la más sublime práctica devocional de agradecimientopudiendo hacer de los mas o menos tres momentos: desayuno, comida y cena, la auténtica Comunión con el Cielo-Tierra, humanos, animales, vegetales terrestres y marinos que me asisten y cuidan con sus energías de sostén en el tránsito de las experiencias temporales, a la revelación eterna que Soy.

 

En el acto de comer, al masticar como acto consciente, siento y pienso como en la boca se dinamiza la Creación del Cielo y la Tierra ingerida con y por los alimentos, ayudada de puros líquidos digestivos como la saliva, a la que tantas propiedades curativas se le asignan. Estas glándulas tienen su origen en el mismo tejido embrionario que formó el páncreas, sobre el segundo mes de gestación, aún en el vientre de nuestra madre.

 

Así como la respiración –inconsciente- podemos hacerla consciente , la masticación –consciente- podemos hacerla desde la atención plena.

 

Si la respiración es una poderosa herramienta para venir al presente , la masticación puede ser mas poderosa aún, porque aparte de traernos al momento, nos llena de plenitud nutricia, agradecimiento, honra, y respeto a todo lo creado.

 

La respiración fluye la hagamos o no consciente. Sentarnos a comer agradeciendo y masticando tiende a ser la mayor de las veces un acto cargado de Voluntad consciente.

 

El acto biológico de comer podemos convertirlo con la masticación consciente, en momento de recreación, respeto y agradecimiento, y con ello magnificar la Conciencia de Unidad de la dimensión no-dual del alma que me habita. Sentarse a comer, puede ser convertido en algo tan importante como sentarse a meditar. Con la meditación observamos la respiración y gracias a ella, notamos como se reduce la actividad mental. Con la masticación, también somos conscientes de dicha actividad. Al movilizar las mandíbulas, rumiamos desde la calma y el bienestar que produce la comida. Tanto al sentarnos a meditar, como al sentarnos a comer podemos practicar la Presencia, sin juzgar, y con una aceptación total del momento presente. En ninguno de ambos casos implica dominar técnica alguna, solo observación y dejar de controlar y permitir que todo sea tal como Es.

 

Un acto tan destructivo y yang como es el comer se equilibra magníficamente con una actitud Yin de atención y observación, permitiendo ese movimiento rítmico, la estimulación de tres meridianos de vital importancia para asimilar y conectarnos con las fuerzas terrenales: Estómago, Intestino Grueso e Intestino Delgado.

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