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Cuando dos personas deciden comprometerse para un convivir, no es que ambos protagonicen solo un ritual, sujeto a las formas, es un acto que sus protagonistas desean consciente o inconscientemente realizar. Un estado preexistente, un estado Real. Ambos quieren recordar conjuntamente la eterna unidad de la Vida que está en este mundo, pero no es de este mundo.
Ese recordar se extiende en su darse, nada se excluye …

En un matrimonio los que se unen quieren reconocer su unidad.
La realidad espiritual del matrimonio no necesita ninguna narrativa intelectual, es así de simple solo se necesita encarar la situación sin resistencias. Aquello que simboliza tiene que ser protegido y nutrido. Es a lo que se compromete la pareja.
El trabajo en las relaciones es poder recibir y acoger todas las evidencias aparentemente disgregadas que se producen en la convivencia tanto con uno mismo como con el otro …

Nuestra percepción es apta para la distorsión, el registro interno adherido al Origen siempre está disponible en su lumínica apertura y nos invitará a que no podamos ni queramos estar separados de ninguna criatura.
En la relación matrimonial aunque podamos tener momentos individuales de intimidad, es importante recordar que su mayor función es dejar de lado el aislamiento y la desigualdad y ser uno con el otro…
Hay ciertos momentos de centramiento que podemos tener la experiencia de ver a los demás y en este caso al otro, como a nosotros mismos. Esto no es relevante a nivel de la percepción pero si es importante a nivel interno del Amor extensivo que nos habita. Ver y comprender que ninguno tiene nada que perder en cualquier faceta de la relación y si, que los dos, siempre podemos ganar en comprensión y entendimiento.
Cuando al contrario, el encuentro es un encuentro de egos, puede ser terrible. En esos momentos, si se puede, sería conveniente mirar los enormes obstáculos que nos separan de la Unidad, abandonando la fragmentación de las formas.
Para poner Luz en nuestra relación necesitamos que lo ilusorio vaya perdiendo identidad, con ayuda de la fe en nuestro poder, dar pasos para acercarnos al Paraíso que no perdido y si olvidado.

Tenemos que darnos cuenta que a veces en la misma pareja puede haber personas con fuertes deformaciones mentales, fruto de programas y de conflictos sistémicos profundamente arraigados en el clan familiar. No obstante es responsabilidad de cada uno y de la relación de ambos vigilar esos estados de desencuentro, sabiendo que los argumentos del pasado los podemos actualizar, llevándolos al eterno ahora… No es fácil o difícil de accionar pero desde luego son escenarios que se repiten, como se desdoblan las olas en el abundante océano.. son estados que se suceden con frecuencia, anunciando las asignaturas pendientes a integrar … Solo la Presencia y como no, dosis de ayuda por ambas partes, podemos ir solventando las ilusorias diferencias que no nos dejan disfrutar del verdadero Paraíso…
La Luz es aparte de deseable, inofensiva. No hay concesiones que justifiquen seguir acomodándose al uso y abuso de la oscuridad en cualquiera de sus formas. Si se persiste en dichas sombras es una demostración de que se busca otro tipo de experiencia en la relación afectiva que por supuesto no es Amor..
Es importante fomentar la comunicación. Y en momentos de conflicto no acentuar pensamientos de posible división, solo es bienvenido cualquier amago o deseo de amistad hacia tu pareja. Resultará mas fácil si añadimos en ese momento la condición de incluir en el diálogo o indagación interna, frases como “Estos pensamientos o esas palabras que quiero y puedo expresar incitan a la Unidad o a la separación? Solo con una honesta conexión con lo mejor de nosotros mismos, llámese maestro interno, Espíritu Santo, o como cada uno lo nombre y una franca honestidad con el otro, podremos permanecer abiertos al compromiso.
Si no te abres a dicha realidad tratarás de herir y castigar a tu pareja como anuncio de tu insoportable dolor o presión interna de no dejar fluir lo evidente mirándolo con los ojos divinos. Todo lo harás con el fin de proteger lo que aún consideras que es exclusivamente tuyo y no lo quieres soltar y lo escoltas por considerar que debe permanecer en secreta oscuridad. En estos casos aunque físicamente no se consuma, es evidente la separación. Si no deseas esos amargos frutos, no permitas que ninguna parte de ti se separe. No albergues opiniones privadas.. Se transparente e inofensivo. Si esta es honestamente la meta de cada uno, ambos pueden darse la mano, superando cualquier dificultad.
La apertura es fundamental, es una apertura del corazón, de recordar, no es una apertura de boca. Aunque lo que abunda en el corazón habla la boca.
Decir cualquier cosa que sabes ofenderá a tu pareja no es señal de lealtad y demuestra poca delicadeza y amabilidad. Ese Real y honesto compromiso nos puede dar la posibilidad y oportunidad de vivir y extender el Amor que ya somos.

Es una trampa del ego, refugiarse en momentos de conflicto en cuerpos de otras personas, solo reconocer que estamos incompletos, agobiados o con carencias nos ayudará a salir de terrenos farragosos sin manchar ni ensuciar terrenos ajenos.
Ser capaz de hablar del conflicto ya conocido y que se repite para un integrativo aprendizaje, es no solo conveniente sino también deseable. No conviene magnificar el conflicto, si, actualizar nuestro real compromiso. No hay nada tan necesario y conveniente que el recuerdo de que no estamos en esta relación por accidente, ni siquiera por una elección consciente, estamos para sanar e ir mas allá de nosotros mismos, unidos a nuestro herman@ y compañer@ de viaje. Todo sin excepción puede ser visto a la luz del amor. Solo así podemos tener una visión agradecida, dando tiempo y espacio a sentir, observar y compartir el papel que desempeña nuestra pareja en nuestra sanación y en el peregrinaje de querer conseguir la misma estrella. Tenemos a nuestra disposición los mas exquisitos aliados para que el propósito se consuma en nuestras pequeñas voluntades. Pongamos nuestras miras en la gran Voluntad que eternamente nos asiste. Nada ni nadie puede intervenir en esa expansión que invoca y convoca en amorosa petición. Aceptemos la plena responsabilidad de un sano e íntegro compromiso, olvidándonos de nuestra culpable negrura. Esta verdadera humildad marca un camino seguro hacia toda relación y por supuesto la matrimonial.

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